domingo, 26 de septiembre de 2010

Nuestra necia existencia

Me queda claro que no se está jamás vacío, de verdad. La existencia sí se hace presente entre los actos cotidianos, las ideas tontas y dispersas que a veces están en la cabeza, junto a la respiración y el millonésimo parpadeo, cerca de cada sonrisa o lágrima que realizan las emociones. Está presente de manera más ruidosa de lo que se cree, permanentemente en la búsqueda de que nos demos cuenta de ella para hacerla amante. Recibe y emana sentido de vida, lleva al hombre al tener lucidez –aunque sea por instantes- para recordar su estado encendido en la Tierra. Sólo concede al sueño la facultad de aislarla, mas no de asfixiarla… de eso se encargará la muerte, quizá la antecesora depresión.

En verdad pasa así, se está lleno de esta existencia en movimiento constante por quienes tienen el don de haber nacido. Por eso insiste en ser recordada otra vez, aunque no siempre sea del mejor modo. Quiere ser escuchada aun si tiene que ser por algo trágico, desvergonzado, perjudicial. Reitera su estadía en esa agresiva naturaleza, los gritos de enojo de los hombres, la paranoia de la sociedad, las enfermedades invencibles, la violencia humana. Necesita estar en movimiento de una u otra forma, siempre. No hay que buscarle culpas, es así la existencia, necia de estar en nuestras vidas.

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